Capitulo 2 -Parte1- 3 meses después de la muerte de Alexa. GINA Y UN MARTES 13

Tres meses después de la muerte de Alexa.

Gina sentía ese escalofrío al ver el número trece. Pero sin más. No le daba importancia. Seguía pensando que detrás de esa muerte estaba Alan. Estaba cegada a posibles señales que recibiese que fuesen por otro camino.

Gina se encontraba abriendo la puerta de la casa de su madre (una casa al estilo americano). Se dirigía al desván. Hacía que no entraba allí desde que ésta murió. Es donde se encontraban las cosas más especiales de Alexa. Las había guardado todas allí Alan (él seguía viviendo allí temporalmente). Estaba a la espera de marcharse lejos, no podía soportar el odio que Gina tenia hacia él afirmando que era el culpable de la muerte de Alexa de forma reiterada.

Gina subió al desván. Cerró la puerta con fuerza y sonó un gran portazo.

-ES QUE NO PUEDO VERLE. –Había entrado en la casa de su madre pensando que Alan ya se habría ido.

Gina con un nudo en la garganta e intentándose aguantar el llanto.

Estaba mirando todo y cada uno de los recuerdos que había allí guardados. Era como un gran baúl. Las paredes de madera oscura y una gran ventana ovalada en el centro de la pared que daba al jardín. Allí estaba el caballete con un lienzo tapado por una sábana, todos sus utensilios de pintura, una guitarra amarrada con enganches en la pared derecha,  también había un caballito balancín que compró para Gina cuando era pequeña, una caja llena de pequeños recuerdos que Alexa conservaba desde: entradas de conciertos, su primera carta de amor hasta miles de pulseras que la habían regalado y otras que se había encontrado, le gustaba llevarse una pulsera de cada persona con la que compartía su amistad y conocía a lo largo del camino de la vida. Y muchas más cosas había en aquel desván. Un mundo por descubrir.

Se dirigía hacia el caballete. Se quedo mirando la sábana, era blanca y muy fina. Parecía que se transparentaba un número trece en la esquina inferior del lienzo. La comenzaron los malditos escalofríos. Levantó la sabana. Ponía: “El destino está guiado por números”. Las letras parecían impresas a máquina. Ahora las lágrimas de Gina recorrían su cara a borbotones. Pero... ¿Y el número? Había desaparecido.

Sacó el móvil del bolsillo e inmediatamente llamó a Ray. Pero éste no contestaba. Estaba cada vez más nerviosa. Comenzaba a andar hacia un lado y hacia otro.